A mediados del siglo XIX, el café sustituyó al añil como base de la economía nacional. Antes de que la exportación del café tomara gran importancia en los mercados europeos y norteamericanos, este grano se producía solo en pequeñas cantidades; pero el descubrimiento de colorantes sintéticos provocó la pérdida de importancia del añil como colorante y su demanda fue decreciendo a nivel mundial rápidamente, teniendo como efecto la crisis de la economía exportadora del país.
Fue entonces que los grupos dominantes encontraron como forma de mantener el vínculo con el mercado capitalista el nuevo producto: el café. Para impulsar su producción, los gobiernos salvadoreños exentaron a particulares interesados en el cultivo de pago de impuestos y del servicio militar.
Como incentivo a la producción cafetalera, el general liberal Gerardo Barrios transfirió en 1859 haciendas públicas y los puso en manos de las grandes haciendas productoras o interesadas en el café. La primera modificación a la forma de propiedad se dictó en febrero de 1881 con la “Ley de Extinción de las Comunidades” decretando la abolición de la propiedad de tierras comunales y donde se afirma que “…la indivisión de los terrenos poseídos por comunidades impide el desarrollo de la agricultura, entorpece la circulación de la riqueza y debilita los lazos de la familia y la independencia del individuo.
De igual forma el 2 de marzo de 1882, se aprobó “La Ley de Extinción de Ejidos” por la cual las tierras ejidales fueron expropiadas y declaradas propiedad privada y en 1887 por la “Ley de Titulación de Terrenos Rústicos”, se estableció la potestad de los alcaldes para entregar la propiedad de la tierra a los nuevos dueños, en este caso, mayoritariamente por parte del reducido de hacendados cafetaleros.
Destacamos que aunque en 1872 el añil alcanzó el precio más alto en su historia, las exportaciones de café a California se duplicaron en 1877; de 5 381 sacos ascendieron a 10 545 y ya para 1879 la exportación del café superó la del añil, representando el 48% de los ingresos totales del ramo de exportaciones.
Los hacendados y oligarcas fueron concentrando la propiedad de la tierra y se fueron adueñando de la economía nacional. Tanto liberales como conservadores pertenecían a este sector privilegiado y desde el poder hicieron las transformaciones para su propio beneficio: reformaron el sistema de tenencia de la tierra, liberación de la mano de obra o lo que es lo mismo explotación de os trabajadores agrícolas, contratados por salarios de miseria y creación de cuerpos represivos como garantes de los explotadores.
Con el despojo de sus tierras los campesinos se vieron obligados a vender su fuerza de trabajo en el campo, migraron a las ciudades o fueron a trabajar en las plantaciones bananeras en Honduras. Para reclutar, controlar y garantizar que la mano de obra no “escapara” de la región, se creó la Ley sobre jornaleros y de jueces agrícolas. En 1889 se creó la policía rural en los departamentos cafetaleros y en 1912 la Guardia Nacional. Esta última instancia va a jugar desde su creación un papel represivo a lo largo de la historia salvadoreña junto con la Guardia Civil.
Los principales interesados en el cultivo del café fueron, además del sector cafetalero, los migrantes europeos que arribaron al país entre 1869 y 1872 y fundaron compañías exportadoras, controlaron el mercado y parte de los créditos. Cuando en la segunda década del siglo XX los precios del café empezaron a declinar, el control quedó completamente en manos del sector cafetalero ya que los campesinos que aún no habían sido afectados por la Ley de expropiación, tuvieron que vender sus tierras comunales.
A la vez los grandes propietarios del sector cafetalero, los poseedores de las tierras, pasaron a controlar otras ramas económicas del país, especialmente la banca, consolidándose un capital financiero como lo refleja la creación del Banco Internacional (1880), el Bando Particular (1885), el Banco Occidental (1889) y el Banco Agrícola Comercial (1895) el cual funcionó como banco emisor hasta 1933.
Consideramos que en las dos últimas décadas del siglo XIX quedo configurado el “bloque de poder”, que llegó a imponerse mediante la importación de las diversas actividades cafeteras como clase fundamental y dirigente del sistema hegemónico, formado por los grandes productores del café, los inmigrantes que controlaban las firmas comerciales importadoras-exportadoras, incluidos los capitalistas financieros. Y en esta última categoría incluimos a “la burguesía financiera inglesa a través de sus representantes bancarios, empresarios mineros y representantes ferrocarrileros.
El imperialismo inglés fortaleció su posición luego de la salida de España de la región, con la independencia política lograda en 1821. Contactaron a los nuevos líderes republicanos e iniciaron una era de intercambios comerciales y prestamos, por medio de empréstitos estatales y como inversión directa.
La primera exportación de capital inglés se registra en 1888, bajo el gobierno liberal de Francisco Menéndez (1885-1890), y está destinada a la minería. Los Estados Unidos llegaron hasta veinte años después, en 1908 y en el ramo de los ferrocarriles. Estamos hablando de la empresa inglesa “Divisadero Gold and Silver Mining Co. Ltd.” Estuvo en producción hasta 1920, cuando fue vendida a una empresa norteamericana.
El siguiente año, 1889, comienzan los empréstitos ingleses para la construcción del ferrocarril. Esto le permitió a la Corona Británica el “control del comercio exterior salvadoreño mediante casas comerciales inglesas, a las que luego se sumarían las alemanas y francesas.”
En 1893, bajo el gobierno liberal de Carlos Ezeta (1890-1894) inicia la exportación de capital bancario con lo que se cierra el triangulo inversor británico: minas, ferrocarriles y bancos. En 1899 se forma la empresa “Salvador Railway Co., para administrar las líneas ferrocarrileras. Con una inversión de 485, 000 dólares, se autoriza en 1893 el establecimiento de una sucursal del “Banco de Nicaragua.”[4] Por su parte “en 1880, con capital inglés, se fundó el primer banco llamado Internacional.”
En 1899, bajo el gobierno de Tomas Regalado, se consolida la presencia inglesa en la minería con la apertura de una nueva explotación en La Unión, esta vez de la “Butters Salvador Mines Ltd.” En 1914, bajo el gobierno de Carlos Meléndez, se crea el Anglo South American Bank, que posteriormente cambiaría su nombre por el de Banco de Londres y Montreal.
Se estima que tanto el presidente Manuel Enrique Araujo como “todos los gobiernos que le precedieron eran pro-ingleses…” pero que ya empezaban a surgir fraccionamientos al interior del bloque oligárquico, “con la introducción de un nuevo grupo…los capitalistas norteamericanos, que…desplazan a los ingleses de su posición influyente en las relaciones económicas y políticas del país.”
A la vez la continua modernización requería construir obras de infraestructura. En 1908 construyeron vías ferroviarias para articular las zonas cafetaleras con el puerto de Acajutla. Para tener una rápida comunicación entre la zona oeste con el este del país se construyó sobre el río Lempa el “Puente de oro”. Los financiamientos y las inversiones norteamericanas fueron desplazando a los ingleses. La alianza con la oligarquía y con la burguesía agrícola fue la política que los Estados Unidos siguieron para expandir su dominio político y económico en la región, método a la vez para desplazar al capital inglés.
En 1908, un año después de la Conferencia de Washington, bajo los gobiernos de Teodore Roosevelt y de Fernando Figueroa, es el año en que los Estados Unidos inician la exportación de capitales hacia nuestro país, en dos vías, en minería (se adquiere la Butters Salvador Mines) y en la construcción de una nueva instalación ferroviaria, que partiendo de Guatemala llegaba a La Unión.
Y además incluía la construcción del muelle de Cutuco. Minas y ferrocarriles, y muy pronto se sumaría el capital bancario, para seguir el libreto inglés, aunque con el agregado ahora de puertos. Como trasfondo se encuentra la disputa imperial con los ingleses y la decisión de hacer fracasar la línea ferroviaria británica y su respectivo puerto de Acajutla.
También se notó un crecimiento en la actividad artesanal y el incremento del comercio interior, pasando esta producción artesanal a una producción manufacturera.
En el plano político y como planteamos anteriormente el presidente Rafael Zaldívar, que había sustituido a González en 1876, decretó en 1881 y 1882, varias leyes que anularon el sistema de tierras comunales y ejidos, prevalente en el país, desde la época colonial. Esta legislación virtualmente permitió que unas pocas familias se adueñaran de grandes extensiones de tierras. Zaldívar fue derrocado en 1885, sucediéndolo el general Francisco Menéndez, quién promulgó la Constitución de 1886, de principios liberales. Durante este período, familias europeas llegaron al país y rápidamente se colocaron en una situación económica poderosa debido a su conocimiento del mercado internacional. Estas familias se desarrollaron en el área del comercio y en la producción e industrialización del café.
A partir de 1898, con la llegada al poder del general Tomás Regalado y hasta 1931, se sucedieron una serie de gobiernos relativamente estables, producto de que la presidencia quedó en manos de los grandes terratenientes cafetaleros. La élite económica gobernó el país pasándose la presidencia en forma directa. A este período histórico se le conoce como la “República Cafetalera”.
El Dr. Manuel Enrique Araujo, presidente entre 1911 y 1913, creó la Guardia Nacional y tomó una serie de medidas para aumentar la presencia del Estado en el interior del país. La actual bandera del país fue adoptada en 1912 durante la presidencia de Araujo, quién fue asesinado en febrero de 1913. Después del atentado de Araujo, la poderosa familia de los Meléndez-Quiñonez gobernó el país hasta 1927.
Miembros de la élite económica conocida como las 14 Familias (número que es evidentemente simbólico, por los catorce departamentos) u Oligarquía Criolla, por ser descendientes directos de españoles nacidos en el país. Además de estas familias estaban también los Dueñas, los Araujo, los Orellana, los Álvarez y los Meza-Ayau. Al final del período, asignaron a Pío Romero Bosque a la presidencia, pero éste organizó elecciones que fueron ganadas por el Partido Laborista del Arturo Araujo. El Partido Laborista recibió el apoyo de estudiantes, obreros y del Partido Comunista Salvadoreño (PCS), que había sido fundado en 1930 por un grupo de militantes entre los que se encontraba Agustín Farabundo Martí. El Dr. Araujo instauró un régimen de apertura política y permitió la inscripción del PCS como partido político legal.
Ante la grave situación económica que vivía el país por la caída de los precios del café, el gobierno de Araujo entró en crisis y fue derrocado por un grupo de militares el 2 de diciembre de 1931. Éstos entregaron el poder al vicepresidente de Araujo, general Maximiliano Hernández Martínez, dando inicio a un período de gobiernos autoritarios controlados por la Fuerza Armada y apoyados por los terratenientes cafetaleros.
Desde 1931 hasta 1979, los gobiernos autoritarios de este régimen militar-oligárquico emplearon una política que combinaba la represión política y las reformas limitadas para mantenerse el poder, resguardando los privilegios de la oligarquía salvadoreña.
FUENTE: http://voces.org.sv/2013/08/27/el-salvador-la-republica-cafetalera-1876-1931/
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